jueves, 27 de mayo de 2010

De profundis

Nuestra infausta y lamentabilísima amistad ha acabado en ruina e infamia publica para mi, pero el recuerdo de nuestro antiguo afecto me acompaña a menudo, y la idea de que el aborrecimiento, la amargura y el desprecio ocupen para siempre ese lugar de mi corazón que en otro tiempo ocupo el amor me resulta muy triste, y tu mismo sentirás, creo, en tu corazón que escribirme cuando me consumo en la soledad de la vida de presidio es mejor que publicar mis cartas sin mi permiso o dedicarme poemas sin consultar, aunque el mundo no haya de saber nada de las palabras de dolor o de pasión, de remordimientos o indiferencia. Tu no tenias motivos en la vida! No tenías más que apetitos. Un motivo es un propósito intelectual. ¿Qué eras muy joven cuando empezó nuestra amistad? Tu defecto no era que supieras muy poco de la vida, si no que sabias mucho.

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